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Tipos de cócteles

Familias y tipos de cócteles: clasificación y esencia

Desde los inicios del siglo XIX, tanto en el continente europeo como en Estados Unidos, la creación de cócteles ha seguido fórmulas meticulosamente detalladas y catalogadas. Estas fórmulas, desarrolladas por profesionales y maestros de la mixología, han servido para establecer distintos tipos de cócteles, diferenciados por los alcoholes e ingredientes que los integran. En muchos casos, una única receta ha sido el punto de partida para la creación de toda una familia de cócteles.

La caracterización de los tipos de cócteles se basa en tres criterios fundamentales:

  1. Combinación de ingredientes: La elección y proporción de los componentes es esencial para determinar la familia a la que pertenece un cóctel.
  2. Método de preparación: Ya sea mezclando directamente en el vaso, utilizando una coctelera o empleando una batidora.
  3. Forma de servir: Cada cóctel tiene una manera particular de presentación y servicio.

Es imprescindible destacar que cada familia de cócteles está tradicionalmente asociada a un tipo específico de vaso o copa.

Los dos tipos de cócteles

Existen, fundamentalmente, dos categorías amplias en cuanto al tamaño y concentración alcohólica que definen los tipos de cócteles:

Trago corto (short drink)

Estos tipos de cócteles son reconocidos por su concentración y potencia. Se caracteriza por una mezcla que puede variar en intensidad alcohólica, pero cuyo volumen total generalmente no excede los 12 cl. Su menor volumen no significa que carezca de complejidad; en realidad, es en estos tragos donde, a menudo, se experimenta la verdadera maestría del mixólogo, ya que la combinación precisa de ingredientes debe ser perfectamente equilibrada para ofrecer un sabor y experiencia excepcionales en una cantidad limitada de líquido. Tradicionalmente, estos cócteles se disfrutan en pequeños sorbos, permitiendo a quien lo degusta apreciar plenamente cada matiz y aroma.

Trago largo (long drink)

En contraposición al trago corto, el trago largo se diluye más, extendiendo el volumen de la bebida más allá de los 12 cl. Aunque su grado alcohólico es generalmente más bajo debido a esta dilución, sigue ofreciendo un rango de sabores y experiencias únicas. Estos tipos de cócteles son ideales para refrescarse, siendo comunes en eventos al aire libre, fiestas y otros ambientes relajados. El trago largo se sirve generalmente en vasos altos, permitiendo una mayor cantidad de hielo y mezcladores, y se disfruta a lo largo del tiempo, proporcionando una experiencia prolongada y, a menudo, refrescante.

Familias de cócteles del pasado

Cobblers

Los Cobblers representan una de las familias más antiguas en la historia de la coctelería, cuyo origen se remonta a los albores de Estados Unidos, específicamente antes de 1810. Estos tragos cortos, cargados de tradición y sabor, se distinguían inicialmente por su base: un vino selecto, ya fuera espumoso o fortificado, como el apreciado oporto o el inconfundible jerez.

Con el tiempo, varias recetas han cobrado fama y preferencia entre los amantes de la mixología, siendo el Sherry Cobbler y el Whiskey Cobbler dos de las variantes más emblemáticas. La esencia de un cobbler radica en su preparación meticulosa: se elabora directamente en un vaso corto, utilizando cubitos de hielo que enfriarán la mezcla de aguardiente y azúcar. Pero es su decoración la que añade un toque distintivo y refrescante; típicamente, se adornan con frutas frescas, desde rodajas de naranja hasta bayas de temporada, confiriendo no solo un espectáculo visual sino también una explosión de sabores.

Crustas

Los Crustas, una familia distintiva de tragos cortos, nacieron de la inventiva de Joseph Santini durante la década de 1840. El escenario de esta innovación fue el emblemático City Exchange de Nueva Orleans, establecimiento que vio surgir algunas de las recetas que con el tiempo se consolidarían como clásicos: el Brandy Crusta y el Whiskey Crusta destacan entre ellos.

La preparación del crusta es un ritual en sí misma: se elabora directamente en un vaso pequeño, preferiblemente de vino, donde se incorporan cubitos de hielo para alcanzar la temperatura ideal. Su composición es una orquesta de sabores, iniciando con un aguardiente seleccionado, seguido del vibrante zumo de limón, el dulzor del azúcar y el característico toque amargo de un bitter concentrado. Pero es su distintiva decoración la que le otorga su nombre: una elegante y fina tira de cáscara de limón se coloca alrededor del borde del vaso, no solo como adorno, sino también como un elemento aromático que realza la experiencia al degustar esta joya de la coctelería.

Daisies

La familia de los Daisies irrumpió en la escena en la década de 1870, consolidándose como una opción refrescante y de gran popularidad. De entre las múltiples variantes que esta familia propone, el Brandy Daisy y el Gin Daisy resplandecen como las creaciones más aclamadas de la época.

La meticulosa preparación del daisy se lleva a cabo en un vaso alto, ideal para disfrutar de su refrescante combinación. Se inicia con la base de un aguardiente de elección, al que se le añade el vibrante zumo de limón, una medida adecuada de azúcar para equilibrar la acidez, el exótico toque del curaçao, y se corona con el efervescente burbujeo del agua con gas. Estos tipos de cócteles no solo ofrece un espectáculo visual por sus capas y colores, sino también una experiencia gustativa donde cada ingrediente juega un papel esencial, haciendo de cada trago un viaje de sabores que refleja la maestría de la coctelería de aquellos tiempos.

Egg Nogs

Los Egg Nogs, pertenecientes a la categoría de tragos largos, tienen su cuna en Estados Unidos y datan de un periodo anterior al año 1800. De entre sus variantes, destacan sin duda el Brandy Egg Nog y el Rum Egg Nog, que han gozado de una amplia popularidad a lo largo de los años.

La preparación de un egg nog es un ritual que combina técnica y tradición. Se inicia en una coctelera, donde se introducen cubitos de hielo para alcanzar una temperatura óptima. El aguardiente seleccionado forma la base alcohólica, que se complementa armoniosamente con una yema de huevo, leche y azúcar, dando lugar a una textura cremosa y un sabor inigualable.

No obstante, es importante señalar que el egg nog no es una invención aislada, sino que parece ser el descendiente directo del posset, una bebida tradicional inglesa. El posset mantenía una composición similar, aunque difería al incorporar un vino fortificado en lugar del aguardiente. Es esta conexión con el viejo mundo lo que aporta una riqueza histórica al egg nog.

Aunque su consumo ha sido característico en festividades de fin de año, el egg nog también ha sido apreciado en su versión caliente, convirtiéndose en una bebida versátil que ha trascendido generaciones y fronteras.

Fix

Los Fix, pertenecientes al selecto grupo de tragos cortos, ya eran conocidos y degustados en Estados Unidos previo a la década de 1860. Entre sus variantes, dos se erigieron con especial renombre: el Brandy Fix y el Gin Fix, cuyas recetas se consolidaron como preferidas entre los aficionados de la época.

En esencia, un Fix es una interpretación elegante y sutil de un sour, pero con un toque distintivo que lo diferencia: su decoración. Esta bebida se realza con la incorporación de bayas de temporada, que no sólo enriquecen su sabor, sino que también aportan un matiz colorido y aromático, convirtiéndolo en un verdadero deleite visual y gustativo. Esta sutil adición, si bien parece simple, magnifica la experiencia de degustación, creando un puente entre la tradición coctelera y la riqueza de los ingredientes naturales.

Flips

Emergiendo desde las islas británicas, los Flips representan unos tipos de cócteles, de la familia de de tragos cortos con una rica historia que se remonta a un periodo anterior a 1810. Aunque comparten ciertas similitudes con los cobblers en sus primeras iteraciones, especialmente en su base de vino fortificado, los Flips han evolucionado y adquirido un carácter propio a lo largo de los años.

El método de preparación, ejecutado con precisión en la coctelera, y su posterior servicio con hielo en una copa de vino, resaltan la sofisticación y la técnica de esta bebida, especialmente popular en la década de 1860. Entre sus múltiples variantes, destacan por su popularidad el Porto Flip y el Brandy Flip, cuyas recetas se han mantenido fieles a la tradición y son altamente apreciadas en el mundo coctelero.

Un Flip es más que la sumatoria de sus ingredientes: es una amalgama armoniosa de aguardiente, yema de huevo y azúcar. Pero es el toque final, una sutil decoración de nuez moscada rallada, el que eleva esta bebida a un nivel superior, otorgando un aroma y sabor que hacen de cada trago una experiencia sensorial inigualable.

Puffs

Originarios de Estados Unidos y emergiendo con fuerza en la década de 1890, los Puffs se consolidaron como una innovadora familia dentro de los tragos largos. Durante este periodo, dos recetas en particular, el Whisky Puff y el Brandy Puff, ganaron renombre y se convirtieron en emblemas de esta categoría.

La preparación de un Puff es un arte que combina sencillez con sofisticación. Se realiza directamente en un vaso alto, donde el hielo forma la base que enfriará esta deliciosa mezcla. El aguardiente seleccionado, ya sea whisky o brandy, se combina armoniosamente con leche y azúcar, creando una textura cremosa y un balance ideal entre dulzura y fuerza alcohólica. En ciertas variantes, la incorporación de agua con gas añade un toque efervescente que realza la bebida, ofreciendo una experiencia refrescante y única en cada sorbo.

Sangarees

Los Sangarees, con su exquisito perfil y singular origen, representan una familia de tragos cortos cuyas raíces probablemente se sitúan en las Antillas Británicas, en un periodo que antecede al año 1820. Durante esta época, dos variantes en particular destacaron por su popularidad y aceptación entre los paladares más exigentes: el Brandy Sangaree y el Gin Sangaree.

La elaboración de un Sangaree es un proceso meticuloso y tradicional que comienza en la coctelera. La combinación precisa de hielo, aguardiente, oporto tino y azúcar se agita hasta alcanzar una textura y temperatura ideales. Posteriormente, se sirve con elegancia en una copa de vino, resaltando su naturaleza sofisticada. Pero el verdadero toque maestro se encuentra en su decoración final: una sutil capa de nuez moscada recién rallada, que aporta una fragancia y sabor distintivos, convirtiendo a cada trago en una experiencia aromática y gustativa incomparable.

Slings

Los Slings, emblemáticos tragos cortos. Estos tipos de cócteles ostentan un legado que se remonta a los albores del siglo XIX, siendo creados en Estados Unidos previamente al año 1800. Durante este período, algunas de sus variantes, como el Brandy Sling y el Whiskey Sling, ganaron un lugar de privilegio en las barras y en los corazones de los amantes de los cócteles. Una peculiaridad notable es que el Sling, además de disfrutarse frío, también se degustaba caliente, adaptándose a diferentes contextos y estaciones.

La confección de un Sling es un acto de simplicidad elegante. Se prepara de manera directa en un vaso corto, donde el hielo sirve de base para la fusión del aguardiente seleccionado, agua mineral (ya sea con o sin gas) y azúcar. Esta composición, ya de por sí deliciosa, es realzada por el toque final: una generosa decoración de nuez moscada rallada en el momento, que imparte un aroma y sabor inconfundibles, convirtiendo a cada sorbo en un viaje sensorial al pasado.

Smashes

Originarios de Estados Unidos y emergiendo con fuerza en la década de 1850, los Smashes se consagraron como una innovadora respuesta dentro de la categoría de tragos cortos. En aquellos tiempos, dos recetas particularmente se destacaron y se hicieron célebres entre los conocedores: el Brandy Smash y el Gin Smash.

El proceso de elaboración del Smash guarda ciertas similitudes con el del julepe, una bebida icónica en la tradición coctelera. Sin embargo, el Smash se distingue por su sutiliza. Se prepara utilizando únicamente dos o tres hojas de menta fresca, buscando un matiz delicadamente mentolado y menos intenso. Esta base aromática se complementa y realza con la decoración del cóctel: rodajas de naranja y bayas de temporada, que no solo añaden un toque de color y frescura, sino también una explosión de sabor en cada sorbo.

Familias de cócteles vigentes

Bucks

Emergiendo desde el corazón de Londres en la sofisticada década de 1920, los Bucks ocupan un lugar distinguido dentro de la categoría de tragos cortos. Hay quienes sostienen que el origen de estos tipos de cócteles podría rastrearse hasta el emblemático Buck’s Club de la capital británica, lugar icónico de encuentro entre la elite y amantes de la buena bebida de la época.

La preparación del Buck es un acto que combina tradición con una refinada sencillez. Se comienza sirviendo directamente en un vaso corto con hielo. A esta base fría se le añade un aguardiente selecto, zumo de limón recién exprimido y un toque sutil de ginger ale, que brinda una efervescencia y carácter distintivo a la bebida. El toque final, una elegante tira de cáscara de limón, no solo realza el aroma cítrico, sino que también aporta una estética impecable al cóctel, convirtiéndolo en una experiencia visual y gustativa.

Coladas

Desde la isla de Puerto Rico, las Coladas irrumpieron en la escena de la coctelería a comienzos de la década de 1950, conquistando paladares con su delicioso sabor tropical. Esta familia de tragos largos se caracteriza por su refrescante combinación de ingredientes y por su capacidad de transportar a quien lo bebe a paradisíacas playas caribeñas con solo un sorbo.

Entre las recetas más emblemáticas, destaca la mundialmente famosa Piña Colada, acompañada de otras joyas como el Blue Hawaiian. La preparación de una Colada es una danza de sabores tropicales: se puede elaborar tanto en la coctelera como en la batidora, logrando una textura cremosa y refrescante que se vierte en un vaso largo. Los ingredientes esenciales, que capturan la esencia del Caribe, incluyen un aguardiente selecto, zumo de frutas tropicales y la inconfundible crema de coco, que aporta suavidad y un sabor característico.

Collins

Los Collins, una exquisita familia de tragos largos, se consolidaron en el panorama coctelero de Estados Unidos hacia finales de la década de 1860. Sin embargo, su legado se entrelaza con historias que cruzan el océano, ya que se cree que su invención fue obra de John Collins, el respetado jefe de comedor de la famosa Limmer’s Coffee House en Londres, en los albores del siglo XIX.

El John Collins, que lleva el nombre de su presunto creador, es sin duda la joya de esta categoría. Preparado en un vaso largo, elegante y repleto de hielo, un Collins armoniza a la perfección un aguardiente seleccionado, con el frescor del zumo de limón. A esta base se le añade agua con gas, que aporta un burbujeo efervescente, y un toque de azúcar que equilibra la acidez cítrica, resultando en un trago refrescante y sofisticado.

Coolers

Con sus raíces firmemente plantadas en el paisaje de la coctelería estadounidense de finales de la década de 1860, estos tipos de cócteles, los Coolers se introdujeron al mundo de la bebida como una innovación, en parte impulsados por el deseo de promocionar un novedoso aparato que garantizaba servir el ginger ale a una temperatura óptima de frescura. Este dispositivo, también llamado cooler, se convirtió en sinónimo del trago que promocionaba.

El Remsen Cooler se destaca como uno de los exponentes más emblemáticos de esta familia. Su preparación es un baile de sabores simples pero impactantes: se sirve directamente en un vaso largo repleto de hielo, mezclando un aguardiente selecto con el burbujeo del ginger ale y un toque de azúcar para equilibrar. Con el tiempo, la versatilidad del término «cooler» se ha ampliado, englobando también a aquellas bebidas que incorporan zumos de fruta, reflejando una evolución en los gustos y las tendencias cocteleras a lo largo de los años.

Fizzes

Desde el escenario de coctelería de Estados Unidos en la década de 1870, los Fizzes se presentaron como una propuesta refrescante que conquistó paladares en poco tiempo. Caracterizados por su burbujeo y sabor equilibrado, estos tragos largos son, a menudo, el protagonista de animadas veladas.

El Gin Fizz se alza como uno de los íconos de esta familia, siendo una muestra clara de la habilidad de combinar ingredientes simples para crear experiencias gustativas únicas. Si bien a primera vista un fizz puede recordar a un collins, su matiz diferenciador radica en su perfil menos ácido, atribuido a una menor cantidad de zumo de limón en su composición.

Es interesante observar la evolución en las técnicas de preparación de los Fizzes con el paso del tiempo. Originalmente, estos tipos de cócteles se agitaban en una coctelera, reservando la adición del agua mineral con gas hasta el final para preservar su efervescencia. Sin embargo, en la actualidad, los bartenders han perfeccionado y diversificado las técnicas, dando lugar a dos metodologías distintas de elaboración que buscan resaltar de la mejor manera las características únicas de este trago.

Highballs

Los Highballs han atravesado más de un siglo como testigos privilegiados de la evolución de la coctelería. Esta familia de tragos largos vio su nacimiento en la emblemática ciudad de Nueva York hacia finales de la década de 1890. Cuenta la historia que fue Bradley Martin quien primero concibió esta brillante receta, pero fue la habilidad y maestría de Patrick Gavin Duffy la que catapultó al Highball a la fama, consolidándolo como una opción preferida en los bares y salones de la época.

El Brandy Highball, sin duda, es uno de los exponentes más renombrados de esta categoría. Su preparación, sencilla pero impactante en sabor, se realiza directamente en un vaso largo lleno de hielo. La base de un aguardiente, al mezclarse con la burbujeante frescura de una bebida con gas, resulta en un equilibrio armonioso en el paladar. Como detalle final y sutil toque aromático, una espiral de cáscara de limón suele decorar el borde del vaso, aportando un matiz cítrico que realza aún más la experiencia de degustación.

Julepes

Los Julepes constituyen una categoría inigualable en el mundo de la coctelería, habiendo sido ya una bebida establecida en el tejido cultural de Estados Unidos incluso antes del amanecer del siglo XIX. La historia de estos tipos de cócteles se entrelaza con la de las plantaciones, las tardes soleadas y el sonido refrescante del hielo chocando contra el metal de la coctelera.

El Julepe de Menta, con su mezcla suave de aguardiente, hojas frescas de menta y un toque dulce de azúcar, es quizás el más icónico de este linaje. Sus refrescantes notas evocan la tradición sureña, en particular la célebre carrera del Kentucky Derby, donde este trago es una pieza central de las festividades. No obstante, no podemos dejar de mencionar al Mojito, con raíces firmemente plantadas en la cultura cubana, pero que comparte con el julepe ese esencial maridaje de menta y azúcar.

Aunque tradicionalmente los julepes se sirven en vasos cortos, repletos de hielo picado que refresca y matiza las intensidades del aguardiente, su versatilidad permite que también puedan presentarse en versiones más diluidas y refrescantes, ideales para vasos largos.

Pousse-café o Shooter

Los Pousse-Café o, como se les conoce en la actualidad, Shooters, son una muestra excepcional de la destreza y la técnica en la coctelería. Esta familia de tragos cortos, que deslumbró a la escena de Nueva Orleans ya en la década de 1840, ostenta una rica tradición que bien podría tener raíces en la sofisticada Francia.

Un shooter no es simplemente una bebida, es un lienzo en miniatura donde se superponen distintos aguardientes y licores. Estos tipos de cócteles se disponen cuidadosamente para que no se mezclen, creando un efecto visual de capas con diferentes colores y densidades. Esta técnica exige precisión y conocimiento, ya que el orden de los ingredientes y su forma de vertido determinan el éxito del trago. El resultado es una auténtica obra de arte que deleita tanto a la vista como al paladar.

En tiempos pasados, la tradición dictaba que cada capa debía ser degustada individualmente, apreciando sus matices y características antes de pasar a la siguiente. Sin embargo, en la era contemporánea, el shooter se bebe de un solo trago, permitiendo que todos sus componentes se mezclen al instante en el paladar.

Entre las joyas que pertenecen a esta categoría destacan el Santina’s Pousse-Café, un clásico que lleva el nombre de un lugar emblemático de la coctelería, y el B-52, un moderno preferido que combina sabores en un deslumbrante juego de capas.

Ponches

Los ponches son una expresión histórica de la rica tradición coctelera de las Antillas británicas. Su origen se remonta a antes de 1700, con Barbados siendo probablemente su cuna. A través de los años, este trago largo ha sido el testigo de múltiples variaciones, pero siempre manteniendo ciertos elementos que lo caracterizan y distinguen.

Dentro de la vasta gama de recetas de estos tipos de cócteles, resaltan el Planter’s Punch y el Fish House Punch, ambos reconocidos por su sabor distintivo y su legado en la cultura de la bebida. Uno de los atributos más singulares de los ponches es su versatilidad; a menudo, los zumos de frutas se incorporan en las mezclas, sustituyendo parcialmente al agua y aportando frescura y variedad a la preparación.

La elaboración tradicional del ponche en su formato largo requiere un cuidadoso proceso. Se prepara directamente en un vaso alargado, colmado de hielo picado. Sus ingredientes fundamentales, que han perdurado a través de los siglos, son un aguardiente de calidad, zumo de lima, agua mineral —ya sea sin gas o, en versiones más contemporáneas, con gas— y azúcar. En tiempos más recientes, el jarabe de granadina ha tomado el lugar del azúcar, brindando una dulzura equilibrada y un color característico. Además, no podemos olvidar las especias que, en algunas recetas más antiguas, se añadían para otorgar complejidad y profundidad al sabor. Esta versión especiada del ponche, en ciertas ocasiones, se disfrutaba caliente, convirtiéndolo en una bebida reconfortante para las noches frescas.

Rickeys

Los Rickeys constituyen una categoría distintiva dentro de la amplia paleta de tragos largos que se han concebido a lo largo de la historia de la coctelería. Su nacimiento se sitúa en el emblemático Shoemaker’s de Washington, aproximadamente hacia el año 1900, y desde entonces ha ocupado un lugar especial en el mundo de las bebidas espirituosas.

El proceso de elaboración de un Rickey es sencillo, pero cada paso es crucial para garantizar su sabor característico. Se inicia con la selección de un aguardiente de calidad que servirá como base y carácter principal de la bebida. Posteriormente, este se combina con el jugo fresco de lima, aportando ese toque ácido y refrescante tan apreciado. Finalmente, se añade agua con gas, que brinda efervescencia y ligereza al conjunto, haciendo del Rickey una opción revitalizante, especialmente en días calurosos.

La presentación también es esencial. Para disfrutar plenamente de un Rickey, es imprescindible servirlo en un vaso largo, generosamente lleno de hielo, garantizando así que la bebida se mantenga fresca y agradable desde el primer hasta el último sorbo.

Sours

El mundo de la coctelería es vasto y diverso, y entre sus joyas se encuentran los Sours, bebidas que combinan con maestría el carácter fuerte de los aguardientes con el frescor y la acidez de los cítricos. Originarios de Gran Bretaña, los Sours marcaron su presencia en la escena de las bebidas calientes a mediados del siglo XVIII, convirtiéndose en un referente de sofisticación y buen gusto.

El Whiskey Sour, por ejemplo, es una de las versiones más icónicas y conocidas de esta familia de cócteles. Su preparación, aunque sencilla, requiere de precisión y atención al detalle para lograr ese equilibrio perfecto entre el dulzor, la acidez y el carácter del aguardiente. En esencia, un Sour se compone de tres ingredientes fundamentales: un aguardiente, que actúa como columna vertebral de la bebida; zumo de limón, que proporciona ese toque ácido tan característico; y azúcar, que suaviza y armoniza la mezcla.

La técnica de preparación también es vital para obtener el resultado deseado. Se utiliza una coctelera para mezclar vigorosamente los ingredientes, garantizando así una fusión perfecta entre ellos. Tras un agitado enérgico, el Sour se sirve en un vaso corto, ofreciendo una presentación elegante y a la vez sencilla, donde el líquido es el verdadero protagonista.

Toddies

Los Toddies ocupan un lugar especial, brindando calidez y consuelo en cada sorbo. Estos tipos de cócteles son originarios de las Antillas británicas y se dice que esta familia de bebidas calientes empezó a ganar notoriedad y aprecio alrededor de la década de 1760.

El proceso de elaboración de un toddy es sencillo, pero sus ingredientes se combinan de manera que el resultado es una bebida reconfortante, ideal para las noches frías o momentos de introspección. Se prepara directamente en una jarra diseñada para resistir altas temperaturas, y en su forma más tradicional, se compone de tres ingredientes clave: un aguardiente, que aporta carácter y cuerpo a la bebida; agua hirviendo, que diluye y calienta; y azúcar, que añade dulzura y equilibra el sabor.

El toddy, con su calidez y simplicidad, ha traspasado fronteras, y ha encontrado su lugar en diferentes culturas alrededor del mundo. En Francia, por ejemplo, una bebida con características similares y que lleva azúcar es conocida como Grog. Si bien pueden existir variantes en su preparación o en los ingredientes específicos que se utilizan, el espíritu reconfortante del toddy es invariable.

Hoy en día, esta bebida sigue siendo un bálsamo para el alma y el cuerpo, una elección perfecta para aquellos momentos en que se busca un abrazo líquido y una experiencia sensorial que evoca tradiciones ancestrales. Los Toddies son, sin duda, un legado de las Antillas británicas que el mundo ha acogido con gusto y gratitud.